martes, 29 de noviembre de 2016

Inadecuación Esencial

El estigma de sentirse diferente (por la Lic. Virginia Gawel)


Se siente diferente. Se piensa diferente. ¿Se es diferente? Las personas que tienen un nivel de conciencia más desarrollado suelen no encajar en su entorno , padeciendo de un marcado sentimiento de inadecuación. Comprender la naturaleza del problema ayuda a que el individuo se acepte a sí mismo, se aprecie, y tienda a buscar pares de su misma condición.


- DEL OTRO LADO DEL VIDRIO: La lucidez no reconocida como tal puede ser dolorosa. ¿A qué se refiere esta afirmación? Dicen las antiguas Tradiciones de Sabiduría (o, como le llamaba Huxley, la Filosofía Perenne) que cada ser humano está compuesto de una personalidad y una esencia. La esencia es aquello que éramos aún antes de nacer, y que seguiremos siendo aún después de morir: una porción de lo Sagrado, una parte del Todo. Esa esencia, para insertarse en el mundo de la materia, se reviste de una personalidad : un conjunto de hábitos, de aprendizajes, de mecanismos necesarios para interactuar con el entorno. Y dicen estas Tradiciones que lo que acontece en función de ello es que la esencia va quedando como dormida, aprisionada por esa identidad postiza, ahogada en su frescura inicial. El trabajo interno de todo ser humano es el de despertar a su ser dormido, reencontrarse con su real naturaleza esencial.

      Pero hay algunas personas a quienes su esencia no se les duerme del todo: seres sensitivos, interiormente inquietos, que miran la realidad
indagando su Sentido. Jamás se quedan con la percepción superficial de la vida, sino que preguntan, - se preguntan-, y, sin saber cómo, deben desarrollar destreza para navegar en sus propias aguas profundas. Pero, tal como Juan Salvador Gaviota se sentía recortado (¡y expulsado!) por su bandada, con frecuencia estos individuos no logran encajar en lo común. A veces, ya de niños o en la adolescencia hacen ingentes esfuerzos por ser "uno más". Sin embargo, no pueden: les resulta imposible renegar de su condición. Es como si una voz interna les requiriera Buscar, procurarse lucidez para hurguetear en lo más hondo de la existencia.

      He llamado a este conjunto de sentimientos y conductas el complejo de inadecuación esencial: se definiría como el sentimiento de la persona que, teniendo un nivel de conciencia más desarrollado que quienes lo rodean, no puede asumirlo como tal, sino que lo vive íntimamente como si esto fuera un defecto. Se siente inadecuado en donde todos parecen estar cómodos; se ve incomunicado en donde todos parecen comunicarse con códigos que no logra aprehender; se encuentra buscando los porqués profundos en donde todos transitan livianas superficialidades. Y padece su condición como si fuera un estigma, aunque secretamente puede que sepa que no tiene un defecto, sino un don: el de tener una visión más amplia, una conciencia más integral, en un mundo regido por las apariencias.

      Cual si mirara la cotidianidad a través de un vidrio, no consigue ingresar en los códigos de la mayoría de la gente, y padece de una ríspida soledad. Como el Demian de Herman Hesse, siente que no pertenecen al mundo de todos, y a su vez anhela pertenecer. No necesariamente a ese mundo: a algún mundo . Encontrar sus pares, sus compañeros de Bandada. Pero, ¿quiénes? ¿Dónde? De esas personas queremos hablarle. ¿De nosotros? ¿De Usted?


- LOS NIVELES DE CONCIENCIA Y LA INADECUACIÓN ESENCIAL: Según las Tradiciones de Sabiduría, no todas las personas tenemos el mismo grado de conciencia. La Humanidad, en ese sentido, estaría constituida como una pirámide. La base de esa pirámide se conforma del grueso de la población: millones de personas cuyas vidas trascurren mecánicamente, sin grandes preguntas, sin búsqueda interna, sin sed de conocimiento. Numéricamente, son los más. En ese nivel básico de evolución, la conciencia de sí y de la realidad es escasa: se sigue el primigenio impulso vital de sobrevivir y perpetuar la especie y, con ello, las necesidades del ego aferrado a la materia. Y esto no depende exactamente del nivel sociocultural, sino de que evolutivamente aún no se ha desarrollado la capacidad de darse cuenta de cómo se es , y de cómo funciona objetivamente la Realidad. En Oriente, a este nivel de evolución primaria se lo metaforiza como "estar dormidos" bajo los múltiples velos de la ignorancia.

      Pero, como antes decíamos, hay seres cuya esencia no se ha adormecido con lo básico de la vida: personas que se preguntan para qué nacieron, que buscan, con mayor claridad o mayor confusión, cuál es el Sentido del nacer y del morir. Esos seres en proceso de Búsqueda se alinean ascendiendo a partir de la base, hacia la cúspide de la pirámide. Y cuanto más elevado es el nivel de conciencia, menor será la cantidad de individuos que estadísticamente se alineen en cada nivel, siendo ínfimo el número de personas que podrían contabilizarse en la cumbre, donde morarían las conciencias más esclarecidas.

      Entre lo que sociológicamente podría llamarse "lo masivo", y el nivel de un Cristo o de un Buda (iluminación), existe, entonces, como una escalera por la que los individuos vamos ascendiendo a medida que evolucionamos .  Los sufis tienen un antiguo aforismo que dice: "Dichoso el que tiene un alma; dichoso el que no la tiene; pero llanto y dolor para aquél que la tenga en embrión". ¿A qué se refieren? A que en el extremo de menor conciencia, la inconciencia misma obra de protección respecto del dolor existencial: se está obnubilado, atento a lo trivial, sin grandes preguntas. Y en el extremo opuesto, de mayor conciencia, el dolor ha cesado pues se está en concordancia con la Respuesta. Cuando no se está ni del todo dormido ni del todo despierto, se está en una situación existencialmente difícil: aún se permanece atrapado por el plano inferior, pero ya hay una lucidez que nos permite ver nuestra propia mecanicidad y la del entorno. Esto conlleva sufrimiento, y también la sensación de falta de pertenencia, de inadecuación. Los sufis le llaman a esto "estar sentado entre dos  sillas " (¡posición sumamente incómoda!).

      A medida que se sube en esa pirámide evolutiva, el individuo va teniendo mayor conciencia de quién es, y de qué leyes rigen la Realidad. Pero quisiéramos señalar un punto de inflexión crítica (marcado en el gráfico por la línea horizontal roja): en la persona que se ubica allí, el centro de gravedad de su conciencia ya no está en el nivel de lo masivo, sino que "se ha despegado" de él; sin embargo, aún la claridad no es suficiente como para comprender por qué se percibe diferente, se piensa diferente, se siente diferente que la mayor parte de la gente. No se participa plenamente de los valores y necesidades del nivel de conciencia anterior, pero aún no se encuentra pertenencia respecto del nivel actual o del siguiente. Aquí es donde se experimenta inadecuación esencial de un modo agudo y doloroso.

Este fenómeno presenta al menos dos variables: puede ser que la persona haya nacido en ese nivel de conciencia, o bien que haya evolucionado hacia él a través de su experiencia de vida. Veamos cada una de estas variables.


- EL CISNE AVERGONZADO:  Los viejos cuentos infantiles suelen contener claves cifradas que nos hablan simbólicamente de las realidades del alma. Uno de ellos es la conocida historia del "Patito Feo": un pichón de cisne que, por accidente, había sido incubado por una pata. Al nacer, como es lógico, se crió entonces entre sus hermanos patitos, sin saber que pertenecía a una especie diferente. Más grande que el resto, más oscuro comparado con sus hermanos, su percepción de sí mismo era la de alguien inadecuado y torpe, por más que se esforzara en no distinguirse del resto. Hasta que un día sus plumas grisáceas se fueron volviendo muy blancas, su cuello se estiró grácilmente, y, al ver su imagen en el espejo del lago, se dio cuenta de que era bello, bellísimo... Más armonioso y elegante que sus hermanos, que tanto se habían burlado de él.

      Muchas personas que nacen con una conciencia desarrollada son sumamente rechazadas por su entorno: por un lado, porque suelen ser torpes en sus intentos de adaptarse (muy retraídos, hipersensibles, precozmente maduros, críticos, a veces incapaces de adecuarse a los códigos sociales de sus congéneres); por otro, porque con frecuencia son portadores de talentos que se destacan: valores éticos elevados, dotes artísticas, inteligencia notable, capacidad de cuestionamiento, criterio propio... Y esto despierta envidia en sus congéneres, envidia nacida de ver en él encarnadas las potencialidades que quizás ellos mismos no se atreven a expresar. La conjunción de estos rasgos suele ser fatal, sobre todo en la adolescencia y primera etapa de la juventud. En esta etapa será crucial que este tipo de persona pueda ser apoyada para aceptarse a sí misma tal cual es, considerarse valiosa y afirmarse en su verdadera identidad, sin renegar de ese "ser diferente".

      No contar con ese apoyo de parte de adultos criteriosos que le ayuden a ver su condición de cisne, suele derivar con frecuencia en la constitución de una personalidad "mal armada" a partir de múltiples mecanismos de defensa, y luego requerirá mucho trabajo interno para desplegar sus peculiares talentos. A veces está pseudoadaptado al entorno; otras, es "la oveja negra" del grupo familiar o de los grupos a los que pertenece: cuestionador, rebelde, autodeterminado, disruptor de estructuras establecidas. Esa personalidad oscilará entre sentirse inferior al entorno, y autopercibirse distorsionadamente como alguien superior, desarrollando una arrogancia secreta sobre su "ser especial". Un delicado equilibrio que, sin embargo, es posible propiciar.


- EL DESPERTAR Y LA SOLEDAD: Pero no siempre la inadecuación esencial se presenta en las primeras etapas de la vida. La segunda posibilidad implica que el individuo descubra este sentimiento recién en su vida adulta: fue una persona eficazmente adaptada al entorno, sin grandes diferencias respecto de sus congéneres: creció como todos, pensó como todos, sintió como todos, consumió lo que todos. Pero, por alguna circunstancia externa o interna, en algún momento (más frecuentemente alrededor de la mitad de la vida ) su orden colapsó, entró en crisis, y comenzó a replantearse el para qué de su existencia.

      Cuando esto acontece, es natural que, con mayor o menor lucidez, la persona comience un proceso de Búsqueda (libros, terapia, cursos...). Esta situación modifica su relación con los demás, sintiéndose probablemente aislada respecto de quienes le rodean, -y a quienes quizás anteriormente consideraba muy cercanos-: de pronto ya no comparte sus intereses, sus gustos, sus necesidades. Es más: sus propias inclinaciones actuales pueden resultarle a los demás incomprensibles y hasta cuestionables. Y una parte de lo que le sucede a quien vive este pasaje, es la angustia de ver a sus seres cercanos, a veces aún los más íntimos, inmersos en la confusión, en preocupaciones sin sentido, en banalidades que les hacen sufrir innecesariamente. Pero, en ese proceso aún no se sabe cómo integrar eso que se va percibiendo como el verdadero Sí-Mismo, cómo vincularse con eso. Hacerlo conllevaría un cambio fundamental en el modo en que se encara cada asunto de la propia vida.

       Quien rasga ese velo de ignorancia, vivencia una intensa soledad, más allá de que se encuentre rodeado de familiares o amigos. Es justamente ante ellos que experimenta su propio sindrome de inadecuación esencial: ya no puede seguir siendo como era, pero no sabe ahora cómo ser. Siente la necesidad de pares que comprendan de qué se trata lo que está viviendo, pero no sabe cómo ni dónde encontrarlos. Inclusive puede ser que crea que está volviéndose loco, y muchas veces es posible que, efectivamente, necesite de ayuda terapéutica, pero no por estar enloqueciendo, sino para reorganizar su identidad con el menor costo de dolor posible.


- LA NEUROSIS CRUZADA: Ir despertando no quiere decir que vayamos quedando exentos de neurosis: por el contrario, quienes están en contacto con su aspecto esencial (ya sea porque, como en el primer caso, nunca lo han perdido, o bien, como en el segundo, porque lo hayan redescubierto en algún punto de sus vidas) necesitan lidiar con muchos de los problemas internos de la mayoría de las personas, más las fricciones propias de quien tiene en sí mismo una dimensión psicológica vertical, además de la horizontalidad propia de todo individuo. Podría denominársele una neurosis cruzada, en la cual aparecen elementos personales no resueltos, mezclados con una fuerte espiritualidad que no logra canalizarse armónicamente.

      Así, el terapeuta avezado deberá trabajar con diferentes aspectos específicos propios de este tipo de circunstancia psicológica: depresiones existenciales, tendencia a confundir las experiencias verdaderamente transpersonales o espirituales con lo imaginario, inclinación a eludir el compromiso con la vida, sentimientos de inferioridad (por la mencionada inadecuación) compensados neuróticamente por sentimientos de superioridad vinculados a su "ser especial", etc.

      En ese sentido, un aspecto vital de quien aspira a desarrollar su identidad esencial es chequear su mundo interno con quienes puedan ser neutrales al respecto, y que tengan conocimientos como para hacerlo, a fin de evitar las confusiones propias de las personas complejas e interiormente ricas.

      Los grupos de pertenencia, en ese sentido, pueden ser fundamentales para que la personalidad se reestructure) de un modo sano y armónico. Pero, claro, las personas "raras" en el sentido en que lo venimos describiendo suelen experimentar fuertes dificultades para encontrar seres "de su misma especie". Vayamos a este punto...


- LA NECESIDAD DE ENCUENTRO: En el Budismo existe un concepto fundamental que es el de sangha (que también se replica en otras Tradiciones): un grupo de personas comprometidas en su Búsqueda interna, que se vinculan entre sí para apoyarse y ayudarse mutuamente en la investigación de esos reinos. Es como si el básico instinto gregario tuviera una versión sutil, que hace que la persona sensitiva, esencial, tenga imperiosa necesidad de relacionarse con individuos afines. La tendencia masiva de pertenecer a algo más grande que uno, que lo abarque y lo proteja para sobrevivir (resabio atávico de la manada) se sutiliza como una necesidad vital de pertenencia a partir de la comunicación de esencia a esencia.

      De hecho, muchas veces cuando ese tipo de comunicación acontece, no siempre está sostenida por una intensa conexión de personalidad a personalidad: puede ser que desconozcamos información básica sobre quién es el otro, cómo vive, a qué se dedica... Sin embargo, su mundo interno, que nos convida al compartir lo que siente, ejerce un efecto de resonancia sobre el nuestro, nos conmociona, y a su vez nos produce la necesidad grata de compartir lo que somos y sentimos. Este circuito resulta sumamente sinérgico, retroalimentándose las personas para generar mayor comprensión de quiénes son y de lo que experimentan.

      Suele suceder también que el encuentro entre individuos con afinidad esencial esté rodeado de un sinnúmero de coincidencias significativas (sincronicidades), que resultan sumamente movilizantes para ambas partes, estimulando el compromiso respecto del trabajo sobre sí mismo que cada persona esté realizando (y a veces también generando confusiones y fantasías por la mala interpretación de esas "señales", no tan sencillas de decodificar).

      Cuando se experimenta este encuentro entre personas internamente afines, lo que sucede es que, según el esquema del inicio, están en el mismo escalón evolutivo, pertenecen al mismo nivel de conciencia (o similar). Lo que se siente al vivenciar este tipo de comunicación es una profunda conmoción, una honda alegría, y una disminución del sentimiento de aislamiento y soledad.


      A veces esa comunicación puede sostenerse en el tiempo, otras veces no. Esto va a depender de diversas variables, pero sobre todo de la sanidad interna de cada miembro del vínculo, que permita no establecer comportamientos neuróticos en la relación, o al menos, si éstos se instalan, advertirlos y trabajarlos individual y conjuntamente.


- LA AUTENTICIDAD ESENCIAL: Cuando dos o más personas con intereses internos se encuentran, puede suceder el curioso hecho de que en lugar del usual sentimiento de inadecuación, experimenten, por el contrario, familiaridad, sintiéndose "como en casa": no hay nada que forzar, no hay nada que aparentar, ninguna imagen que vender ni que comprar. A veces se establece una rápida fluidez comunicacional, y hasta una peculiar intimidad que, para quien ha padecido el aislamiento sensitivo, se vuelve algo sumamente valioso: un ámbito donde expresarse tal cual se es, sin impostaciones, y donde conocer a otros que se abren bajo las mismas condiciones.

   Nuestros tiempos actuales ofrecen el privilegio de crear entornos para este tipo de encuentros: grupos terapéuticos, espacios de reflexión, seminarios sobre temas que hacen al mundo interno... Si bien no todos estos ámbitos son lo que aspirarían a ser, muchos de ellos se vuelven propicios para el Encuentro (sobre todo si están coordinados por personas sensatas que tengan un verdadero trabajo sobre sí mismas).

      Otra variable disponible son las actividades que proponen espacios de aprendizaje o de trabajo colectivo a través de internet: los grupos virtuales pueden proporcionar un contexto sumamente válido para el hallazgo recíproco de personas afines, ya sea que se conozcan luego personalmente o no. Nuestra experiencia con seminarios virtuales sobre temas que hacen al conocimiento de sí mismo nos ha mostrado un hecho curioso: la modalidad de aprendizaje a través de la web, cuando está desarrollada con calidez y respeto interpersonal, hace que muchas personas puedan volcar lo que sienten y lo que piensan con enorme autenticidad, tanto en los diálogos por chat como en los foros de debate sobre asuntos específicos. Y el fenómeno grupal que aquí se produce es que la apertura de uno invita a la apertura del resto, la sinceridad de uno abre la franqueza de todos. Y el medio virtual puede proporcionar un descenso de las defensas, y, con ello, de las estrategias habituales de lo más externo de sí. A medida que se establece un vínculo de confianza, puede ser que este tipo de intercambio humano permita sortear las barreras que impone el ego para ir directamente al ámbito de lo interior, lo verdadero, lo que no desea vender ninguna imagen. Aquellos que vibran por resonancia con lo que alguien convida de su sentir, se ven impulsados a participar desde ese mismo nivel de intimidad.

      Siendo que las personas con un nivel de conciencia desarrollado no son muchas, el encuentro de dos o más seres evolucionados esencialmente afines es un pequeño milagro que desafía las estadísticas: es difícil, numéricamente improbable, y, sin embargo, posible. La condición para que pueda llegar a producirse es permanecer en actitud de apertura, trabajando consigo mismo y rastreando aquellos espacios y personas que puedan ayudarnos a comprender que no somos raros, inadecuados, inaceptables. Permitirnos descubrir que hay otros "de nuestra misma especie". Cada uno de nosotros vino a ejecutar su instrumento en esta Gran Orquesta. Pero nadie vino a ser solista: hay otros que, lo sepamos o no, están tocando nuestra misma partitura. Sólo debemos abrir los sentidos, escucharlos, y caminar en su dirección...

* Publicado en las revistas "Uno Mismo" de Chile (marzo 2004) y de Argentina (abril 2004). 
La Lic. Virginia Gawel es Psicóloga, escritora y docente, coordinando grupos en forma presencial y por internet hacia todo el mundo hispanohablante. 
Su sitio web: www.centrotranspersonal.com.ar
En Facebook: http://www.facebook.com/virginia.gawel.tres

domingo, 17 de julio de 2016

Supraconciencia

Supraconciencia o estado superior de conciencia es el estado de conciencia en el que nos conectamos con realidades que no son percibidas por nuestros sentidos y que son comúnmente denominadas Espirituales. No corresponde a un estado de conciencia único, sino a diferentes estados o niveles de conciencia en los cuales se pueden experimentar: experiencias místicas, éxtasis, visiones espirituales, clarividencia, telepatía, etc. En su forma más elevada la Supraconciencia lleva a un estado de Iluminación y liberación del sufrimiento. Estado conocido como Nirvana en el Budismo, Samadhi en el hinduismo y Comunión con Dios en el Cristianismo. Es en este estado donde experimentamos lo divino, es una experiencia directa e íntima con Dios. Sí, Dios es experimentable. Este concepto queda bien en claro en el Hinduismo. En el Budismo se habla de un estado de Iluminación, sin mencionar a Dios como en las religiones Judías, Cristianas y Musulmanas. La práctica que lleva a experimentar estados de Supraconciencia se denomina Meditación en el Budismo e Hinduismo y Oración Contemplativa u Oración de Silencio en el Cristianismo. Según algunos autores las diferentes religiones difieren respecto a la Teología Moral pero muy poco, o nada, respecto a Teología Mística. Dicho en otras palabras, cuando personas de distintos credos se reúnen para practicar Oración Contemplativa/Meditación el Todo los une. No existe un solo estado de Supraconciencia, existen muchos y las experiencias vividas son de distinta índole. En el ser humano interaccionan el Inconciente, el Conciente y el Supraconciente. En nuestro estado habitual de conciencia sólo percibimos lo denominado Conciente que es, en realidad, conciencia de parte de nuestra actividad mental y aquello percibido por nuestros sentidos (interocepción y exterocepción). La supraconciencia puede irrumpir como un relámpago en nuestro estado consciente trayendo a nuestra mente premoniciones, telepatía y otros fenómenos habitualmente llamados parapsicológicos. En el estado más elevado de Supraconciencia el sufrimiento cesa. La percepción de la realidad se vuelve muy diferente al que experimentamos bajo el estado ordinario de conciencia. Se percibe lo espiritual como la verdadera y única realidad. Dios se vuelve algo tangible, fuente de un amor, luz e inteligencia infinitas. La Supraconciencia es Sanación Espiritual que lleva a una estado de gran paz mental y armonía. Thomas Keating la describió como Psicoterapia Espiritual. Según la tradición hindú es un estado que se alcanza, en el mejor de los casos, luego de muchos años de práctica de meditación. En el Cristianismo la Meditación es denominada Oración Contemplativa, y el estado de comunión con Dios, un regalo del Cielo y no un producto del esfuerzo individual. Sin embargo la gran mística cristiana, Santa Teresa de Avila, en su libro “Las Moradas” hace un recorrido de los diferentes estadios que atraviesa el alma humana, producto de la práctica de la Oración Contemplativa, hasta alcanzar la comunión con Dios. Son siete estados, así como son siete los chakras en el Hinduismo. La práctica de la Meditación u Oración Contemplativa se basa en dirigir la mente hacia la divinidad o al decir de Thomas Keating, es una flecha que se lanza hacia Dios. Este monje benedictino aclara que la práctica de la oración contemplativa es como sentarse a las puertas del Cielo esperando que se abran, ya que las mismas se abren desde adentro. Es decir es Dios quien nos permite o no entrar al Reino de los Cielos y no nuestra fuerza de voluntad o deseo. Pero cuál es nuestro más profundo deseo ? La mayoría de las personas dirían ser feliz, y al preguntarles que necesitan para ser feliz responderán, dinero, una familia, éxito profesional, fama, etc. Muchas personas refieren sentirse felices cuanda alcanzan estas metas materiales. A otras personas no les alcanza, necesitan algo diferente. Necesitan lo intangible, lo no material, necesitan del Espíritu, necesitan a Dios. Son seres con una gran anhelo de espiritualidad. El concepto de supraconciencia se basa asimismo en que no existe únicamente este plano de existencia. Algo similar propone la física cuántica moderna respecto a los multiuniversos. La supraconciencia es la percepción del universo más cercano a Dios y en el mejor de los casos, de Dios mismo. No somos este cuerpo, somos almas inmortales encarnadas, hijas del Altísimo. Quien percibe esto, quien lo ha hecho carne, se ha liberado del sufrimiento y ha ingresado a la Vida Eterna. En estado elevados de Supraconciencia se experimenta la plenitud del amor de Dios. También se perciben su Luz, Omnipotencia, Infinitud, Omnisciencia, Inteligencia infinita, etc. Algunos seres sienten miedo frente a las primeras experiencias místicas, esto es algo natural ya que no estamos acostumbrados a relacionarnos directamente con Dios. Nuestro sentido del yo individual se desvanece y esto puede producir mucho miedo al principio. O mejor dicho la ilusión del yo individual desaparece. También el cuerpo se relaja en extremo y se puede perder la conciencia del mismo (desaparece de nuestra mente nuestro esquema corporal), hecho que según mi entender se ha malintepretado como un desprendimiento del alma de los corpóreo. Creemos que en realidad el Alma fija su atención hacia su esencia o en el mejor de los casos hacia su Padre: Dios padre todopoderoso. La vuelta del estado de supraconciencia al estado ordinario de conciencia suele no ser fácil o, mejor dicho, agradable. Es como volver a caer en un estado de borrachera donde la realidad se vuelve densa y mucho menos clara. Se percibe este plano de existencia como ilusorio (Maya en sánscrito) o como un estado de ensoñación. Esto suele durar unos minutos y luego la realidad material domina nuevamente nuestra conciencia. En estados más avanzados de espiritualidad la vivencia contemplativa se mantiene aún fuera de la oración. Aprendimos a confiar en demasía en nuestros sentidos por una necesidad de supervivencia, para mantener nuestros cuerpos con vida libre de accidentes. En el pasado escuchar el rugido de una león era fundamental o ver a los lejos un grupo de hombres armados viniendo a atacarnos. Oler si la comida estaba en buen o mal estado. Son estos ejemplos de la utilidad que tiene confiar en nuestros 5 sentidos materiales: sobrevivir y disfrutar de la vida sensorial. La Oración Contemplativa, como ya mencionamos, puede extenderse a nuestra vida cotidiana. Uno puede vivir en Oración Contemplativa o mejor dicho en Estado Contemplativo. Quien logra este objetivo se siente plenamente feliz, lleno de paz y benevolencia. No se puede avanzar en la Oración Contemplativa si uno no es una buena persona. El Camino es uno, la Oración y nuestros actos están completamente unidos. Dentro de lo que llamamos Mundo/Plano Espiritual no sólo está Dios también está el Diablo y sus demonios. Ya que estos últimos también son entidades espirituales, malignas obviamente. Esto es muy importante al momento de realizar ciertas prácticas o en la elección de determinados maestros o pseudomaestros espirituales que pueden ponernos en conexión con entidades muy oscuras que nos terminarán perjudicando nuestra salud y nuestra vida en general. No todo lo espiritual tiene que ver con Dios, este hecho hay que tenerlo muy presente, muy en cuenta. Así como en este plano material de existencia existen el bien y el mal, lo mismo ocurre a nivel espiritual. Aplicaciones en el campo de la Salud Mental: Resolución Espiritual de una Crisis de Pánico Bhagavan Ramana Maharshi (30 de diciembre de 1879, India – 14 de abril de 1950, India) fue un importante maestro espiritual hinduista. Fue uno de los religiosos hinduistas más conocidos del siglo XX, junto a Paramahansa Yogananda y Sri Aurobindo. Vivió en la sagrada colina de Arunachala en Tiruvannamalai (a 170 km de Madrás) en el estado de Tamil Nadu (India). Ramana Maharshi nació con el nombre de Venkataraman. Desde su juventud, se le empezó a llamar Maharshi, ‘gran sabio’ (siendo mahā: ‘grande’; y rishí: ‘sabio’). También se le otorgó la denominación Bhagaván (Señor, ‘el que aporta prosperidad’). A continuación se transcribe parte del libro "Las Enseñanzas de Sri Ramana Maharshi". Escrito por T. M. P. Mahadevan, PhD. Profesor de Filosofía, Universidad de Madras, India. 1959: Fue a mediados del año 1896; Venkataraman tenía entonces diecisiete años. Un día estaba sentado solo en el primer piso de la casa de su tío, y en perfectas condiciones de salud. No tenía ningún malestar. Pero un repentino e inconfundible miedo a la muerte se apoderó de él. Sintió que iba a morir. Él no sabía porque le había venido esta sensación. Sin embargo, la sensación de muerte inminente no le enervó. Pensó con calma sobre lo que debía hacer. Se dijo a sí mismo: «Ahora, ha llegado la muerte. ¿Qué significa? ¿Qué es eso que está muriendo? Este cuerpo muere». Inmediatamente después se acostó extendiendo sus miembros y dejándolos rígidos, como si se hubiera producido el rigor mortis. Contuvo la respiración y mantuvo sus labios fuertemente cerrados, de modo que bajo todas las apariencias exteriores su cuerpo pareciera un cadáver. ¿Qué ocurriría ahora? Esto fue lo qué pensó: «Bien, ahora este cuerpo está muerto. Será llevado al campo de cremación, y allí será quemado y reducido a cenizas. Pero con la muerte de este cuerpo, ¿estoy yo muerto? ¿Soy yo el cuerpo? Este cuerpo está silencioso e inerte. Pero yo siento toda la fuerza de mi personalidad e incluso la voz del “yo” dentro de mí, aparte de él. Así pues, yo soy el espíritu que trasciende el cuerpo. El cuerpo muere, pero el Espíritu que le trasciende no puede ser tocado por la muerte. Eso significa que yo soy el Espíritu inmortal». Tal como Bhagavan Sri Ramana contó esta experiencia posteriormente para beneficio de sus devotos, parecía como si esto fuera un proceso de razonamiento. Pero puso mucho cuidado en explicar que esto no fue así. La realización vino a él como un relámpago. Percibió la verdad directamente. «Yo» era algo muy real, la única cosa real. El miedo a la muerte se había desvanecido para siempre. Desde entonces en adelante, «yo» continuó como la nota sruti fundamental, que subyace y se mezcla con todas las demás notas. Así pues, el joven Venkataraman se encontró en la cima de la espiritualidad sin ninguna sadhana ardua o prolongada. El ego se perdió en la inundación de la consciencia del Sí mismo. De repente, el muchacho que solía ser llamado Venkataraman, había florecido como un sabio y santo. Hoy día diríamos que Bhagavan Ramana Maharshi sufrió una Crisis de Pánico. Pero lo llamativo no es esto, lo llamativo es como Ramana resuelve exitosamente esta crisis. Muchos seres que sufren de Crisis de Pánico tienen un inmenso temor a la muerte. Suele ser una tema no resuelto en quienes las padecen (y también en muchos otros que no las padecen). Pero a los primeros les afecta sobremanera. Muchas veces ni siquiera son conscientes del profundo temor que tienen a morir, más allá del que se les presenta cuando sufren este tipo de crisis. La Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) suele trabajar sobre la idea que el paciente realmente siente que se muere pero que esto es una falsa interpretación de la realidad, especialmente en lo referido a la sintomatología física (palpitaciones, mareos, disnea, etc.): la persona que experimenta una Crisis de Pánico no se están muriendo en realidad, aunque así lo sienta y crea. Pero cómo saber cuando realmente uno se está muriendo, y lo que es más importante aún: cuál es el problema en morir ? Si morir es una de las pocas cosas seguras que nos van a ocurrir. Trabajar sobre el tema de la muerte no suele ser una tarea sencilla. Podemos decir: bueno vivirás en el recuerdo de otros o cosas por el estilo. Pero algunas personas no toleran la idea de la "aniquilación" de la existencia y otros se preguntan: si sigo viviendo aún después de dejar este cuerpo físico, donde voy a ir ? Cómo me voy a sentir? Y si existe el Cielo y el Infierno, donde voy a ir yo ? Qué hice de bueno para ganarme el Cielo ? Qué hice de malo para irme al Infierno ?. Estas preguntas no se la realiza el hombre ordinario. Recuerdo a un Maestro hindú que una vez dijo: “Dios, a veces, nos habla en el único lenguaje que los humanos podemos escuchar: el del dolor”. Una crisis de pánico es una experiencia extremadamente dolorosa. No pasa desapercibida para quienes la padecen. Y el tema de la muerte está allí, sin resolver. Otros plantean: no le tengo tanto miedo a la muerte, sino al dolor, a la forma en que puedo llegar a morir. Otros se preguntan como será en si mismo el hecho de morir: un paso hacia el más allá o hacia la nada ? Las principales religiones de este planeta (Cristianismo, Judaísmo, Islam, Hinduismo y Budismo) proclaman que somos Almas Eternas encarnadas. Algunas consideran que solo encarnamos una vez (Cristianismo, Judaísmo e Islam) y otras que encarnamos varias veces (como el Budismo y el Hinduismo). Y si la resolución del miedo a morir fuese espiritual ? Si necesitáramos de una profunda experiencia espiritual/mística para curarnos del miedo a morir ? Bhagavan Ramana se percibió como Alma inmortal y resolvió en segundos la problemática de la muerte. Y nosotros, qué podemos hacer ? Podemos, como Bhagavan, experimentar que en realidad, la Verdad es que somos Almas Eternas encarnadas ? Cómo hacerlo ? Qué técnica podemos utilizar ? Todas las religiones poseen técnicas de oración/meditación utilizadas para poder alcanzar ese estado de Conciencia liberadora de todo sufrimiento, llámese Nirvana, Samadhi o Reino de los Cielos ("...Venga a nosotros tu Reino..."). Creo que la Oración Contemplativa puede ser un Camino de Sanación, una Psicoterapia Espiritual, al decir de Thomas Keating. Quizás no tengamos la suerte de Bhagavan de resolverlo en segundos, quizás nos lleve años hacerlo, toda la Vida o quizás nos encuentre la muerte física sin haber logrado alcanzar el objetivo. Pero, no vale la pena intentarlo ? Personalmente creo que en algunos casos las crisis de pánico no son más que un grito desesperado de nuestras Almas indicándonos que hemos tomado el Camino equivocado o que al menos les prestemos más atención, que las nutramos, que dejemos de apostar tanto por el afuera para cultivar nuestro mundo interior. Hace años escribí: "De que nos están hablando millones de personas en el mundo que nos dicen que sienten que se mueren y les es intolerable? De la muerte por venir, de la vida realizada...por que no pueden, aunque sea en fantasías, morir en paz ?" Pero no nos alcanza con "creer" que somos Almas para poder liberarnos, debemos experimentar, vivenciar que somos Almas Eternas. Y esto no es algo muy fácil de lograr. Aunque creo que vale la pena intentarlo, qué tenemos para perder ? Limitar nuestra concepción de la realidad a la información provista por nuestros sentidos y procesada por nuestro cerebro, creo yo, es una actitud infantil y reduccionista que debemos rever. Dios nos está esperando. La ignorancia debe ser sustituida por la Verdad. No tenemos nada que perder ya que todo está perdido cuando vivimos exclusivamente centrados en lo material.

viernes, 22 de enero de 2016

Inteligencia espiritual: a la búsqueda de lo trascendental

Eduardo Chaktoura - La Nación

Crecimos creyendo que ser inteligente era garantía de progreso, que a mayor coeficiente intelectual (CI), más recursos, más posibilidades para llegar a ser quien queramos ser. Pero en estos tiempos de hiperexigencia, individualismo, de tanta falta derivada en excesos de consumo, hasta los más incrédulos salieron a la búsqueda de lo trascendental y en diferentes ámbitos -el acádemico, el de la salud, la filosofía- ya se escucha hablar de coeficiente espiritual.

La Real Academia Española define a la inteligencia como la capacidad para entender o comprender. Fue Cicerón quien adoptó el término para referirse a la capacidad intelectual. La idea clásica persistió en el tiempo hasta que surgieron teorías superadoras. Howard Gardner postuló la idea de las inteligencias múltiples (lingüística, matemática, musical, espacial). Y Robert Stemberg, psicólogo de la Universidad de Yale, invitó a contemplar tres categorías: la inteligencia componencial-analítica, la experiencial-creativa y la contextual-práctica. Si bien las investigaciones comenzaron allá por los 60, fue Daniel Goleman quien, en 1995, popularizó el término inteligencia emocional, cuando propuso organizar el coeficiente emocional en torno de la posibilidad que tenemos de reconocer y manejar los sentimientos propios y ajenos. Esta inteligencia es la que administra nuestros niveles de motivación, confianza, creatividad, perseverancia; la que controla los impulsos, la que aplaude los logros y llora por los supuestos fracasos.

"Más allá de la inteligencia emocional, debemos contemplar las herramientas que nos provee la inteligencia instrumental: el orden, la constancia, la motivación y la voluntad", destacó a la Revista el psiquiatra español Enrique Rojas en su paso por Buenos Aires para la presentación de su libro No te rindas (Planeta). Según el especialista, "la voluntad es más importante que la inteligencia racional; es la voluntad la que nos ordena, nos mueve, la que nos invita a sostener el auténtico proyecto personal". En este sentido, Rojas propone trabajar a conciencia plena para encontrar el verdadero sentido en torno de cuatro pilares esenciales: amor, trabajo, cultura y amistad.

En este sintético recorte sobre las posibilidades de ser inteligentes, se puede identificar un coeficiente racional y lógico (CI), y el grado de convivencia de nuestras ideas y sentimientos (inteligencia emocional), en relación con los instrumentos y virtudes que pueden caracterizarnos (voluntad, optimismo, perseverancia, creatividad, etcétera). Si algo falta en este abanico de coeficientes es destacar la capacidad que tenemos todos de tomar conciencia de uno mismo; de descubrir nuestra sabiduría interior; de lograr la transformación pese a cualquier adversidad o circunstancias de la vida y, de este modo, hacer posible la trascendencia. En este camino hay que darle crédito a la inteligencia espiritual.

Un largo camino a casa

El escritor y consultor inglés Tony Buzan, presidente de la Brain Fundation y autor del libro El poder de la inteligencia espiritual, cree que la espiritualidad es "la capacidad de concientizarnos acerca del mundo y de nuestro lugar en él".

"La inteligencia espiritual es aquella con la que manejamos y sostenemos los problemas relacionados con el significado de la vida y los valores que dan contexto a nuestra conducta, ayudándonos a optar por el buen camino en términos éticos", define Gardner, que a la lista de inteligencias múltiples agregó lo que llamó inteligencia existencial o filosófica.

En su libro La inteligencia reformulada: las inteligencias múltiples en el siglo XXI, el autor presenta en sociedad a la inteligencia existencial o la inquietud por las cuestiones esenciales de la vida y la define como la capacidad de ubicarse en relación al cosmos y a determinadas características de la condición humana, como el significado de la vida y la muerte. Describe a la inteligencia espiritual como aquella que le adiciona a la existencial una carga moral.

Son por demás interesante las ideas que postulan una serie de expertos consultados para descubrir juntos qué aspectos determinan nuestro coeficiente espiritual.

Moira Lowe, directora de Brahma Kumaris para Argentina y Uruguay, sugiere que "la espiritualidad es un camino de vuelta a casa". La representante de esta ONG, que se reconoce como la Universidad Mundial de la Espiritualidad (World Spiritual University, Bkwsu), cree que "la gran tendencia global de buscar espiritualidad se debe a que el mundo ha quedado desprovisto de virtudes. La espiritualidad es, en este sentido, regresar a lo que es natural para el alma humana". Lowe está convencida de que "la gran crisis de la humanidad no es una crisis económica y social, sino una crisis de identidad".

Son muchos quienes se animan a pensar que ser espiritual es despertar, volver a nuestro estado natural, retomar la esencia de nuestro verdadero proyecto vital.

"Podemos aplicar nuestra inteligencia espiritual para reconocer y satisfacer nuestras propias necesidades y deseos, atender y cuidar nuestro cuerpo, construir una red de afectos, llevar una vida organizada, utilizar el tiempo libre en lo que nos dé placer, tomar las riendas de nuestra propia vida sin delegar el poder en los otros, o en las circunstancias y, ante la presencia de obstáculos, sincronizar trabajar la aceptación y la búsqueda de soluciones creativas", puntualiza la psicóloga Alicia López Blanco, autora de Estar mejor, cultivando la salud espiritual (Ediciones B).

"El escritor y consultor inglés Tony Buzan, presidente de la Brain Fundation y autor del libro El poder de la inteligencia espiritual, cree que la espiritualidad es "la capacidad de concientizarnos acerca del mundo y de nuestro lugar en él""

Pese a que nos empeñamos en reemplazar las palabras sociedad por mercado y ciudadanos por consumidores, proliferan, incluso, los hombres de negocios que entienden que la clave del éxito seguro y saludable reside en la autogestión. Creen en la política de auto-superación personal y organizacional, en la que se propone saber identificar y regular nuestras ideas, emociones y comportamientos; administrar nuestras energías, capacidades y talentos, sin negar el sentido de realidad que ofrece el contexto donde todo transcurre.

Cuentan que el fundador de Visa Internacional, Dee Hock, sostenía que "todo ejecutivo exitoso debería destinar el 50% de su tiempo a hacerse responsable de lo que hace o no hace, de lo que emprende o no emprende, transformándose en un protagonista, y no en una víctima de los acontecimientos".

Signos de buena salud

Si sintonizamos con nuestro deseo y realidad más conciente, estaremos de acuerdo con la médica clínica y psiquiatra María Gasco, quien cree que "aquello que suceda en el espíritu tendrá su expresión y repercusión en el cuerpo. La inversa, es cierta también".

Imposible negar, a esta altura de la vida, la necesaria sociedad cuerpo-mente-espíritu. "En los últimos veinte años, sobrados estudios científicos han demostrado que aquellos individuos que sostienen una práctica espiritual o religiosa a lo largo del tiempo, gozan de mayor salud física, mental y emocional que los que no", postula Gasco.

Se cree que la espiritualidad tiene su acción sobre el sistema nervioso autónomo, colaborando con la disminución de la presión arterial, la reducción de los niveles de colesterol, el control de cierto tipo de arritmias y cefaleas, y la regulación de los sistemas endócrino e inmune.

Al respecto, la psiquiatra consultada, que propone integrar la espiritualidad al modelo médico clásico, detalla: "En 1996 y 1997, el Instituto Nacional de Investigación sobre cuidados de la salud de los Estados Unidos, reunió distintos paneles de expertos, con el de fin investigar la relación existente entre salud y espiritualidad. Las conclusiones a las que arribaron fueron muy parecidas, y es que el participar en prácticas espirituales se relaciona con mayor salud física y mental, y menor abuso de drogas y alcohol. Esto llevó a Miller y Thorensen en 2005, a proponer y considerar a la espiritualidad como una variable independiente en la salud humana".

Ciertamente, pocos en el mundo moderno dejarían librada una enfermedad tan sólo a la fe; pero, como certifican los estudios científicos, hoy sabemos que quienes tienen una actitud espiritual o religiosa evitan enfermedades o se recuperan con mayor facilidad. Otro dato por considerar es que una de las principales tendencias del encuentro del hombre moderno con la espiritualidad ocurre cuando nos vemos sumidos ante el dolor, el temor a la pérdida y a la muerte. Acostumbrada al trato con pacientes y familiares, la doctora Gasco agrega: "Es a partir de sentirnos acongojados por la realidad de este mundo que el hombre se revela y busca otra realidad que le otorgue sentido".

Tal vez resulte conveniente no llegar al límite para comenzar a integrar a la espiritualidad como prevención y estímulo para una vida más saludable y satisfactoria.

Con mirada positiva

Más allá de mejorar la calidad de vida, los expertos coinciden en que la espiritualidad nos permite recuperar el coraje y otras virtudes necesarias para tener una mirada más positiva y proactiva. La inteligencia espiritual "nos ayuda a recuperar, entre otras cosas, el coraje para hacer cosas que ni soñaba que era capaz de emprender", tal como destaca Moira Lowe.

Desde mediados del siglo pasado, autores como Fromm, Maslow, Frankl, Jung, cada quien con sus modelos particulares, plantearon conceptos y vivencias terapéuticas destinados a ir en busca del sentido de la existencia del hombre. En la última década, como heredera de la mirada humanista, la psicología positiva ha ganado lugar, buscando la felicidad y el bienestar de los individuos, evocando emociones positivas y el ejercicio de actividades que desarrollen la personalidad saludable y la espiritualidad.

Amit Oren es doctora en Psicología y profesora en la Universidad de Yale: "Vivimos en tiempos muy difíciles, pero somos lo suficientemente poderosos como para cambiar el rumbo -resalta-. Se trata de trabajar sobre la confianza, el coraje, la creatividad, el amor en las relaciones, la resiliencia y, sobre todo, la espiritualidad y la autoestima. La espiritualidad y la autoestima es el sistema inmune del ser consciente".

Oren es parte de quienes sugieren sumar a nuestras vidas el hábito de la meditación, más allá de las técnicas: "Es recomendable dedicarse cada día entre 5 y 20 minutos a reflexionar sobre lo que nos pasa o interesa, y poner en juego nuestras capacidades, virtudes y fortalezas. Cultivar la autoestima -enumera-, expresar gratitud, saber perdonar y pedir perdón, mantener relaciones familiares y de amistad, desarrollar estrategias para mejorar nuestra vida cotidiana, comprometerse con las metas, alimentar el alma con lo que nos dé placer o con lo que nos haga sentir bien, hacer actividad física y fluir (flow) con actividades que nos den sumo placer".

No alcanza la teoría si no hay práctica. "El mundo está lleno de preciosas teorías y muchas filosofías bonitas, pero poca práctica de virtudes", dice Moira Lowe. "Aprender es el primer paso en la búsqueda espiritual -completa la representante de Brahma Kumaris-, evitando convencerme de nada de lo que me dicen, sino reflexionar sobre lo que me explican. La práctica funciona como una brújula que logra hacer conexión entre lo que siento y lo que pienso."

El yoga, la meditación, la respiración, el mindfulness (conciencia plena), los cursos de entrenamiento emocional y autosuperación, entre tantas otras propuestas, permiten escuchar y conectar lo que dicen la mente y el cuerpo, y en este rumbo descubrir la sabiduría espiritual que, seguramente, nos ayudará a vivir mejor.

"El yoga, la meditación, la respiración, el mindfulness (conciencia plena), los cursos de entrenamiento emocional y autosuperación, entre tantas otras propuestas, permiten escuchar y conectar lo que dicen la mente y el cuerpo"

Están bien documentados los aportes de la ciencia en torno de ciertas prácticas espirituales. Poco tiempo atrás, se tomaron fotografías del cerebro de los monjes tibetanos y se descubrió que las áreas cerebrales que responden a la felicidad funcionaban en niveles mucho más superiores que en el cerebro del resto de las personas. Así como a los religiosos se estudió a los empleados de una fábrica. Se registraron imágenes cerebrales antes de enseñarles a meditar y ocho semanas después de haber practicado meditación, los cambios en la estructura cerebral de los trabajadores fueron rotundos.

No se trata de aspirar a ser monjes, sino de contactar con nuestras voces interiores cotidianas. El laboratorio de Neuroimagenes de la Universidad de California comparó con equipos de última generación los cerebros de 44 personas: 22 sin antecedentes de meditación y 22 que durante años se entrenaron en esta práctica milenaria. "Los meditadores tienen más materia gris en aquellas zonas del cerebro relacionadas con el control de las emociones", declaró Eileen Luders en el artículo publicado en la revista Neuroimage.

Cuanta mayor materia gris, mejor desempeño cerebral; mayor posibilidad de desplegar las tres inteligencias de las que venimos dando cuenta: intelectual, emocional, espiritual.

"Las creencias y las prácticas espirituales proveen modos de afrontar los eventos vitales que disminuyen el estrés o lo previenen -puntualiza la doctora Gasco-. La espiritualidad promueve cambios en los estilos de vida, desalienta el uso de tóxicos, estimula actitudes positivas y de autosuperación, promueve las relaciones interpersonales y las redes sociales de ayuda mutua y contención."

"La meditación me permite ver lo oscuro y la grandeza del alma en el silencio. "En Brahma Kumaris -detalla su directora- hablamos de recuerdo y no de meditación. La gente busca meditar para sanar y también el yoga, porque es una práctica difundida. Ser un yogi es estar consciente, sentado y quieto, así como estar haciendo las cosas de la vida cotidiana, en la interacción con las personas y el mundo que nos rodea."

"No es complicada la vida, sino la mente la que complica la vida", es la saludable mirada de Clara Badiño y el resto de los instructores de Mindfulness. Por medio de Visión Clara, otra organización prosalud sin fines de lucro, esta mujer representa en la Argentina al entrenamiento basado en el programa MBSR que propone Jon Kabat-Zinn en el Centro Médico de la Universidad de Massachusetts. "Está dirigido a reeducar mente-cerebro-cuerpo y hacer un manejo diferente de las emociones", explica la experta en conciencia plena (término en español que suele utilizarse para hablar de Mindfulness). Desde su validez científica, Badiño define el Mindfulness como "un estado en el que el practicante aprende a mantener la atención centrada en un objeto al comienzo (concentración, meditación de acceso utilizando la respiración) para luego darse cuenta (conciencia) de lo que nos está sucediendo (pensamientos, sensaciones, emociones) y de lo que ocurre a nuestro alrededor, descubriendo la realidad del momento presente tal cual es. Aceptar esto que ocurre, sin prejuicios ni valoraciones que pongan límites a la toma de conciencia plena".

Goyoaga coincide en esto de que la mente es la que complica las cosas. Considera, sobre la base de los resultados de su práctica cotidiana, que "hay un tipo de inteligencia que sabe manejar nuestro cuerpo. El ser humano está bramando por poder relajarse, saber que se puede apoyar en una calidad de vida, en poder dar y recibir más amor. pero la complicamos. Desde la Fundación El Arte de Vivir creemos que el nexo entre la mente activa y la serenidad es la respiración".

En esto también la doctora Gasco se suma para certificar la idea de que la espiritualidad esta en el aire: "La palabra espíritu viene del latín spiritus, de espirare: espirar; y hace referencia a la respiración, al aliento de vida. Los antiguos sabios, al igual que los poetas, siempre han sabido que nuestra esencia no es un cuerpo, sino algo sutil que está más allá de lo tangible. Su manifestación visible era la respiración. Una vez que la respiración abandona el cuerpo, la persona ya no está allí y el cuerpo se descompone porque ha perdido su función".

Dioses, profetas, gurúes, maestros. Cada quién elija su senda. Y, finalmente, un gran debate: ¿la espiritualidad es una cuestión de fe?

Como tantas investigaciones sobre la espiritualidad como virtud y fuente de bienestar, fue a comienzos de los años 90 cuando el neuropsicólogo Micheal Persigner y, años después, Vilayanur Ramachandran, indagaron sobre la posibilidad de que el cerebro humano cuente con una zona en la que funcione algo así como un centro espiritual. Lo llamaron centro de Dios. Los escaneos cerebrales dieron cuenta de que, más allá de cualquier ideología o creencia, ciertas áreas de los lóbulos temporales del cerebro humano cobraban luz o se accionaban cuando las personas observadas eran sometidas a conversaciones o actividades relacionadas con asuntos religiosos o espirituales.

Según Moira Lowe: "La espiritualidad está por detrás de todas las creencias, es lo universal, a lo que todas las religiones adhieren. La fe es certeza y tiene que ver con entender la relación con uno mismo y con Dios; se construye desde la experiencia: no es menos valedero algo que no puedo poner en palabras, pero que siento como la paz".

En El Arte de Vivir, que respeta e integra a todas las religiones, creen que "lo que hay detrás y por encima de todo es el amor. Dios, la vida, la energía, es amor, pero nos negamos a entenderlo porque estamos ocupados en otras cuestiones.

Cierto es que cada quien, siempre, sabrá cuál es su verdad, su sentir, cuál es el camino. Así como tiene la libertad de recalcular o dar un golpe de timón para cambiar de ruta. Habrá que tener siempre presente esto de que un maestro te da el mapa para ir al lugar al que tú quieres ir.

La espiritualidad está en nosotros, es nuestra elección, nuestra responsabilidad. Tal vez ocuparnos de antemano de nuestro coeficiente espiritual nos permita anticiparnos, elegir el camino más apropiado y evitar caer en la seducción del "canto de sirenas".

Buen momento para darnos cuenta de cómo puede cambiar todo si, en definitiva, nos disponemos a integrar las inteligencias para responder a las preguntas esenciales de la vida.

TEST

¿Cómo reconocer nuestro coeficiente espiritual?

Responder con Verdadero (V) o Falso (F) cada uno de los siguientes ítems. Luego sumar la cantidad de preguntas verdaderas (V) y multiplicarlo por 10. El cálculo dará cuenta del coeficiente espiritual en relación al 100%. Independientemente del resultado obtenido, el objetivo del test oficia como disparador para reflexionar acerca de nuestros hábitos.

Suelo interrogarme a mí mismo acerca del sentido que tiene para mi vida la realización de tal o cual acción, o la toma de una decisión, independientemente del beneficio material que me reporte.

Atiendo a mi cuerpo prestando atención a sus necesidades y mensajes, y trato de no violentarlo exponiéndolo a exigencias desmedidas o cualquier otra forma de maltrato.

Reacciono de manera empática ante las necesidades de los demás.

Disfruto estando en contacto con la naturaleza.

Respeto toda forma de vida y trato de no dañarla innecesariamente.

Trato de ejercer un consumo responsable en todos los órdenes: alimentos, bienes, recursos naturales.

Puede llegar a conmoverme un atardecer, una flor, un aroma o cualquier otra manifestación de la naturaleza.

Puedo llegar a emocionarme ante una expresión artística: música, danza, pintura, escultura, teatro, cine u otras.

Cultivo valores de vida que me impulsan a ser mejor persona cada vez.

En la medida de mis posibilidades intento vivir con la mayor coherencia entre sentimiento, pensamiento y acción.

Extraído del libro Estar mejor cultivando la salud espiritual, de Alicia López Blanco (Ediciones B).

Enlace fuentehttp://www.lanacion.com.ar/1507826-inteligencia-espiritual

viernes, 18 de octubre de 2013

Resolución Espiritual de una Crisis de Pánico

Bhagavan Ramana Maharshi (30 de diciembre de 1879, India – 14 de abril de 1950, India) fue un importante maestro espiritual hinduista. Fue uno de los religiosos hinduistas más conocidos del siglo XX, junto a Paramahansa Yogananda y Sri Aurobindo. Vivió en la sagrada colina de Arunachala en Tiruvannamalai (a 170 km de Madrás) en el estado de Tamil Nadu (India). Ramana Maharshi nació con el nombre de Venkataraman. Desde su juventud, se le empezó a llamar Maharshi, ‘gran sabio’ (siendo mahā: ‘grande’; y rishí: ‘sabio’). También se le otorgó la denominación Bhagaván (Señor, ‘el que aporta prosperidad’).

A continuación se transcribe parte del libro "Las Enseñanzas de Sri Ramana Maharshi". Escrito por T. M. P. Mahadevan, PhD. Profesor de Filosofía, Universidad de Madras, India. 1959.

Fue a mediados del año 1896; Venkataraman tenía entonces diecisiete años. Un día estaba sentando solo en el primer piso de la casa de su tío, y en perfectas condiciones de salud. No tenía ningún malestar. Pero un repentino e inconfundible miedo a la muerte se apoderó de él. Sintió que iba a morir. Él no sabía porque le había venido esta sensación. Sin embargo, la sensación de muerte inminente no le enervó. Pensó con calma sobre lo que debía hacer. Se dijo a sí mismo: «Ahora, ha llegado la muerte. ¿Qué significa? ¿Qué es eso que está muriendo? Este cuerpo muere». Inmediatamente después se acostó extendiendo sus miembros y dejándolos rígidos, como si se hubiera producido el rigor mortis. Contuvo la respiración y mantuvo sus labios fuertemente cerrados, de modo que bajo todas las apariencias exteriores su cuerpo pareciera un cadáver. ¿Qué ocurriría ahora? Esto fue lo qué pensó: «Bien, ahora este cuerpo está muerto. Será llevado al campo de cremación, y allí será quemado y reducido a cenizas. Pero con la muerte de este cuerpo, ¿estoy yo muerto? ¿Soy yo el cuerpo? Este cuerpo está silencioso e inerte. Pero yo siento toda la fuerza de mi personalidad e incluso la voz del “yo” dentro de mí, aparte de él. Así pues, yo soy el espíritu que transciende el cuerpo. El cuerpo muere, pero el Espíritu que le transciende no puede ser tocado por la muerte. Eso significa que yo soy el Espíritu inmortal». Tal como Bhagavan Sri Ramana contó esta experiencia posteriormente para beneficio de sus devotos, parecía como si esto fuera un proceso de razonamiento. Pero puso mucho cuidado en explicar que esto no fue así. La realización vino a él como un relámpago. Percibió la verdad directamente. «Yo» era algo muy real, la única cosa real. El miedo a la muerte se había desvanecido para siempre. Desde entonces en adelante, «yo» continuó como la nota sruti fundamental, que subyace y se mezcla con todas las demás notas. Así pues, el joven Venkataraman se encontró en la cima de la espiritualidad sin ninguna sadhana ardua o prolongada. El ego se perdió en la inundación de la consciencia del Sí mismo. De repente, el muchacho que solía ser llamado Venkataraman, había florecido como un sabio y santo.

Hoy día diríamos que Bhagavan Ramana Maharshi sufrió una Crisis de Pánico. Pero lo llamativo no es esto, lo llamativo es como Bhagavan resuelve exitosamente esta crisis.
En la profundidad de muchos seres que sufren de Crisis de Pánico existe un inmenso temor a la muerte. Suele ser una tema no resuelto en quienes las padecen (y también en muchos otros que no las padecen). Pero a los primeros les afecta sobremanera. Muchas veces ni siquiera son concientes del profundo temor que tienen a morir, más allá del que se les presenta cuando sufren este tipo de crisis.
La Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) suele trabajar sobre la idea que el paciente realmente siente que se muere pero que esto es una falsa interpretación de la realidad, especialmente en lo referido a la sintomatología física (palpitaciones, mareos, disnea, etc.): la persona que experimenta una Crisis de Pánico no se están muriendo de verdad. aunque así lo sienta.

Pero cómo saber cuando realmente uno se está muriendo, y lo que es más importante aún: cuál es el problema en morir ? Si morir es una de las pocas cosas seguras que nos van a ocurrir. Trabajar sobre el tema de la muerte no suele ser una tarea sencilla. Podemos decir: bueno vivirás en el recuerdo de otros o cosas por el estilo. Pero algunas personas no toleran la idea de la "aniquilación" de la existencia y otros se preguntan: si sigo viviendo aun después de dejar este cuerpo físico, donde voy a ir ? como me voy a sentir? y si existe el Cielo y el Infierno, donde voy a ir yo ? Qué hice de bueno para ganarme el Cielo ?.

Recuerdo a un Maestro hindú que una vez dijo: Dios, a veces, nos habla en el único lenguaje que los humanos solemos escuchar: el del dolor. Una crisis de pánico es una experiencia sumamente dolorosa. No pasa desapercibida por quienes la padecen. Y el tema de la muerte está allí, sin resolver. Otros plantean: no le tengo tanto miedo a la muerte, si no al dolor, a la forma en que puedo llegar a morir. Otros se preguntan como será en si mismo el hecho de morir: un paso hacia el más allá o hacia la nada ?

Todas las religiones de este planeta (Cristianismo, Judaísmo, Islam, Hinduismo y Budismo) proclaman que somos Almas Eternas encarnadas. Algunas consideran que solo encarnamos una vez (Cristianismo, Judaísmo e Islam) y otras que encarnamos varias o miles de veces (como el Budismo y el Hinduismo).
Y si la resolución del miedo a morir fuese espiritual ? Si necesitáramos de una profunda experiencia espiritual/mística para curarnos del miedo a morir ? Bhagavan se percibió como Alma inmortal y resolvió en segundos la problemática de la muerte. Y nosotros, qué podemos hacer ? Podemos, como Bhagavan, experimentar que en realidad, la Verdad es que somos Almas Eternas encarnadas ? Cómo hacerlo ? Qué técnica podemos utilizar ?
Todas las religiones poseen técnicas de oración/meditación utilizadas para poder alcanzar ese estado de Conciencia liberadora de todo sufrimiento, llámese Nirvana, Samadhi o Reino de los Cielos ("...Venga a nosotros tu Reino..."). Se la suele practicar en los Monasterios, incluidos los Cristianos en los cuales se la denomina Oración Contemplativa, una técnica similar a la Meditación Hindú o Budista.
Creo que la Oración Contemplativa (Meditación) puede ser un Camino de Sanación. Quizás no tengamos la suerte de Bhagavan de resolverlo en segundos, quizás nos lleve años hacerlo, toda la Vida o quizás nos encuentre la muerte física sin haber logrado alcanzar el objetivo. Pero, no vale la pena intentarlo ?

Personalmente creo que en algunos casos las crisis de pánico no son más que un grito desesperado de nuestras Almas indicándonos que hemos tomado el Camino equivocado o que al menos les prestemos más atención, que las nutramos, que dejemos de apostar tanto por el afuera para cultivar nuestro mundo interior.
Hace años escribí: "De que nos están hablando millones de personas en el mundo que nos dicen que sienten que se mueren y les es intolerable? De la muerte por venir, de la vida realizada...Por que no pueden, aunque sea en fantasías, morir en paz ?"

Pero no nos alcanza con "creer" que somos Almas para poder liberarnos, debemos experimentar que somos Almas Eternas. Y esto no es algo muy fácil de alcanzar. Aunque creo que vale la pena intentarlo, qué tenemos para perder ? 

jueves, 8 de diciembre de 2011

¿Es la espiritualidad una fuente de salud mental o de psicopatología?

Rodríguez Fernández, Mª Isabel.
Rodríguez Fernández MI. Psiquiatria.com. 2011; 15:65.
http://hdl.handle.net/10401/4928

RESUMEN

La espiritualidad, parece ser un tema de actualidad dentro de la Psiquiatría, de la Psicología e incluso dentro de la Medicina. Cada vez son más las investigaciones, artículos, libros, congresos, etc. En estos ámbitos de conocimiento, se tocan aspectos relacionados con la espiritualidad o con la religiosidad, para tratar de dilucidar si éstas pueden ser o no fuente de beneficios o de perjuicios para la salud mental de las personas. El interés en estos temas parece ser creciente y hay una mayor inquietud por la búsqueda de una salud integral, que incluya lo espiritual, para conseguir un modelo de salud que tenga una antropología más global y adaptada a la auténtica realidad humana. También parece que la demanda de tocar estos temas, por parte de los pacientes, va en aumento en el ámbito de la psicoterapia. ¿Debemos los psicoterapeutas dejar este tema aparte? ¿Hay que abordarlo en una psicoterapia? ¿Estamos capacitados para ello? ¿Por qué hay un interés creciente en estas cuestiones? Estas son algunas de las muchas preguntas que trataremos de contestar o al menos proponer para la reflexión, haciendo una revisión del estado de la cuestión en la actualidad, en publicaciones científicas relevantes actuales y en autores relevantes que han estudiado sobre ello en otros tiempos.

Texto completo: http://www.psiquiatria.com/revistas/index.php/psiquiatriacom/article/view/1346/1228/

jueves, 1 de diciembre de 2011

Spiritual Intelligence or Spiritual Consciousness?

John D. Mayer                                                                                          TRADUCIR AL ESPAÑOL
Department of Psychology - University of New Hampshire
The International Journal For The Psychology of Religion, 10(1), 2000

Emmons’s (this issue) thought-provoking article defined a spiritual intelligence that involves five characteristics:
1. The capacity for transcendence.
2. The ability to enter into heightened spiritual states of consciousness.
3. The ability to invest everyday activities, events, and relationships with a
sense of the sacred.
4. The ability to utilize spiritual resources to solve problems in living.
5. The capacity to engage in virtuous behavior or to be virtuous (to show forgiveness, to express gratitude, to be humble, to display compassion).

When I think of spirituality, I think less of a heightened intelligence, as Emmons has described it, and more of a heightened consciousness. The idea of spiritual consciousness stems from the possibility of structuring consciousness, through meditation, contemplation, and other means, so that it focuses on oneness, transcendent states, and ultimate concerns. The shift in language from the terminology of mental ability (mentioned earlier) to one of consciousness and awareness yields an interesting revision of Emmons’s description.

This spiritual consciousness would involve:
1. Attending to the unity of the world and transcending one’s existence.
2. Consciously entering into heightened spiritual states.
3. Attending to the sacred in everyday activities, events, and relationships.
4. Structuring consciousness so that problems in living are seen in the context
of life’s ultimate concerns.
5. Desiring to act, and consequently, acting in virtuous ways (to show forgiveness, to express gratitude, to be humble, to display compassion).

To translate from the language of intelligence to the language of consciousness, it would seem, requires substituting just a few key words for the terms ability and capacity, that were in the original. So, which conception is right: spiritual intelligence or spiritual consciousness?

If a new intelligence really has been found, it would enrich and broaden our notion of what intelligence may be (e.g., Mayer, Salovey, & Caruso, in press). Labeling something an intelligence also raises its prestige. Scarr (1989) has argued that one reason psychologists and educators are motivated to label something an intelligence is in an attempt to adjust social behavior to value the entity more than before. Although Scarr believes many personality attributes are not valued sufficiently, she is concerned that labeling nonintelligences as intelligences creates a leveling of all qualities, and a diminishment of the concept of intelligence. So, what is the difference between finding an intelligence and simply labeling something an intelligence?

Full Text: http://www.unh.edu/personalitylab/Reprints/RP2000b-Mayer.pdf